Cuando pensamos en un hotel “animal-friendly” generalmente pensamos en un establecimiento que acepta animales domésticos. Y cuando pensamos en un hotel responsable, normalmente nos viene a la mente una estructura que ha adoptado medidas varias para la salvaguardia del medioambiente, como por ejemplo el ahorro de energía hídrica y eléctrica, el uso de productos de temporada y el reciclaje de sus residuos.
Pero aunque no parezca tan obvio, los hoteles pueden hacer mucho más para los animales y para su salvaguardia (y consecuentemente para nuestros ecosistemas) de lo que muchos de ellos ya están llevando a cabo.
Solo para dar algunos ejemplos de cómo los hoteles pueden afectar el bienestar animal, hay establecimientos turísticos que ofrecen a sus clientes espectáculos con animales salvajes (aves por ejemplo), y otros que deciden exponer pequeños animales enjaulados para dar un toque exótico a sus zonas comunes.
Otros hoteles deciden vender entradas o promocionar a través de folletos circos, acuarios y zoológicos, es decir instalaciones que mantienen animales en cautividad.
Por último hay establecimientos que ofrecen en sus restaurantes platos a base de animales exóticos (tiburones, tortugas, etc.) como reclamos para esos turistas que durante sus vacaciones quieren probar algo nuevo también a nivel culinario.
Aunque estas actividades puedan parecer absolutamente inocentes a los ojos de muchos, la realidad en términos de bienestar animal es muy diferente.
Porque los animales que viven y actúan (sea en hoteles, circos o zoológicos) han sido erradicados de su hábitat natural, padecen altísimos niveles de estrés, son forzados a actuar en contra de su voluntad y a vivir en pequeños espacios sin libertad de movimiento. Y el uso de especies exóticas en la cocina, aparte del obvio sufrimiento para los animales implicados, contribuye a poner en peligro muchas especies en peligro de extinción.
Aunque estas acciones puedan parecer rentables y orientadas a atraer más clientes, lo que los hoteles a veces no tienen en consideración es que las personas preocupadas por el bienestar animal no reciben positivamente iniciativas de este tipo y normalmente deciden no volver, no recomendar (incluso denunciar a las organizaciones de defensa animal) los establecimientos donde se llevan a cabo. Por no hablar de los problemas legales que puede implicar la exposición de animales salvajes.
Por lo que se refiere a hoteles y bienestar animal pequeños cambios pueden marcar la diferencia y pueden representar un gran ejemplo para todas las personas que cada año llegan a pasar por ese hotel que además de responsable quiere convertirse también en responsable con los animales.
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